- Titulo original: In-Rang
- Año: 2018
- Duración: 139 min
- Pais: Corea del Sur
- Director: Kim Jee-Woon
- Guionista: Kim Jee-Woon
- Música: Mowg
- Fotografía: Lee Moo-Gae
- Actores principales: Woo-sung Jung, Dong-Won Gang, Hyo-Joo Han, Ye-ri Han, Minho Choi, Jun-ho Heo, Jin-Ho Choi.
- Género: Ciencia ficción, Acción, Manga.
- Web oficial: No tiene
- Premios: 2018: Festival de San Sebastián: Sección oficial
"En el año 2029, tras anunciar los gobiernos de Corea del Norte y del Sur un plan quinquenal para unificar el país, las naciones más poderosas del mundo imponen unas fuertes sanciones que paralizan la economía y conducen a un periodo de caos infernal. Tras la aparición de un grupo terrorista armado llamado La Secta que se opone a la unificación, el presidente crea una nueva división policial, la Unidad Especial, a la que otorga un poder considerable. Pero el servicio de inteligencia, al ver decaer su propia influencia, trama un plan para acabar con ella".
Con permiso de Park Chan-wook, me veo en la obligación de arrancar esta reseña, crítica o como queráis llamarlo reivindicando a Kim Jee-woon como uno de los mejores realizadores surcoreanos en cuanto a cine de género se refiere, título que se ha ganado a pulso tras firmar maravillas como A Bittersweet Life, el demencial homenaje al Sphagetti-Western de Leone El bueno, el malo y el raro o, por supuesto, esa catedral del thriller asiático que es Encontré al diablo. Ahora, con Illang: La brigada del lobo, el director se embarca en la complicada empresa de adaptar el anime Jin-Roh, obra cumbre de la animación japonesa creada por Mamoru Oshii (Ghost In the Shell), y lo hace como mejor sabe: con alucinantes set-pieces que actúan como puntos y seguido en una estructura irregular que, pese a todo, cumple su función de entretener al respetable.
Ciertamente la incapacidad para sintetizar del realizador (también autor del libreto), sumada a un tratamiento de personajes que no teme en abusar de clichés y, sobre todo, de unos dejes melodramáticos un tanto discordantes con el tono general de la obra podrían haber tirado por tierra el titánico esfuerzo de reinterpretar el universo animado de Oshii, pero la mano artesana de Jee-woon y su sentido del espectáculo compensan todo esto con creces. Escudado por una lograda ambientación distópica, el cineasta vuelve a demostrar su inagotable talento para capturar la acción con un estilo único, ambicioso y espléndido visualmente hablando, dando como resultado uno de los mejores ejercicios de este corte que nos ha dado Corea del Sur durante los últimos años (el cual ha sido presupuestado en unos irrisorios 17 millones de dólares).
A estas alturas de la película es evidente que Corea del Sur nos ha dado y puede darnos productos mucho mejores que este, pero en una maquinaria cuyos éxitos se traducen en clases magistrales de la narración en imágenes, un largometraje poseedor de tamaña fuerza y destreza audiovisual no puede ser menos que una gran alegría para los sentidos que celebrar sin hacer demasiado caso a sus debilidades.
LO MEJOR: Esas formidables escenas de acción a las que nos tiene acostumbrado el cine asiático.
LO PEOR: Ciertas concesiones al melodrama que no casan con el tono general de la obra.
Puntuación: 6/10
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