En esta pasada jornada del SEFF tuve más trabajo que en la anterior. Esta vez ví 2 películas: El autor, de Manuel Martín Cuenca, y Happy End, de Michael Haneke.
La primera entré a verla sobre las ocho menos cuarto, trás haberme tragado una cola bastante importante bajo la lluvia, pero me daba igual porque estaba contento: la anterior película de su director, Caníbal, me gustó mucho y esta nueva producción venía avalada por buenos comentarios que había oido de la crítica especializada y un premio especial que ganó en el pasado Festival de Toronto, así que había ganas.
La trama de esta película gira entorno a Álvaro, un notario que desea escribir una grán novela. Pero es incapaz porque carece de talento e imaginación, así que decide manipular a sus vecinos y amigos para crearla.
La verdad es que me lo pasé muy bien viendola. No solo se trata de una reflexión a cerca del oficio de crear, sino también de la propia vida, en este caso la de un hombre que juega con ella para obtener su propio beneficio. Esto da lugar a varias situaciones bastante divertidas para el espectádor, pero también plantea cosas realmente terroríficas, ya que este personaje (interpretado por un magnífico Javier Gutiérrez) no tiene ninguna clase de escrúpulos. También me gustó mucho la fotografía de Pau Esteve y el papel que desempeña Antonio de la Torre (todo un robaescenas). Además, la película se situa aquí, en Sevilla, lo cual me mola bastante.
7/10
Y luego, nada más salir de ver El autor, entré a ver Happy End. Iba un poco asustado porque había escuchado de todo sobre ella, pero que coño: ¡Es Michael Haneke, tán mala no podía ser! Desgraciadamente sí lo fue.
La trama gira entorno a las desventuras de una familia burguesa francesa. El patriarca está cansado de la vida y solamente quiere quitarsela. Sus hijos también tienen sus propios problemas: una debe lidiar con el inútil de su hijo y su trabajo en la empresa familiar, mientras que el otro debe cuidar a la hija que tuvo con otro matrimonio mientras mantiene una aventura con una violoncelista enajenada.
Es una pena que esta nueva película del mismo cineasta que nos trajo Funny Games y Amour sea una completa perdida de tiempo. Además de mostrarse sin el característico mordiente que si tenían las anteriores obras del director austríaco, esta cinta está llena de escenas que no aportan nada al conjunto y desaprovecha no solo la oportunidad de explorar el drama de los refugiados, que lo hace de pasada durante el tercer acto, sino también a su fantástico reparto (Isabelle Huppert parece que está presente solamente para dar el numerito). De ella me gustaría salvar la interpretación de la jovén Fantine Harduin y un par de escenas, ambas protagonizadas por el incombustible Jean-Louis Trintignant. Por lo demás, cuanto antes olvide que la he visto, mejor.
3/10
Pues esto ha sido todo por ahora. Esta tarde veré otra producción francesa, Las Guardianas, y a ver si consigue quitarme el mal sabor de boca que me ha dejado Happy End. Mañana os contaré que me ha parecido.
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