Quince años atrás, Susan Morrow dejó a su primer marido, Edward Sheffield, un escritor que no había conseguido publicar nada, y ahora ella vive en un suburbio de clase media como la mujer de un reputado doctor que no parece satisfacerla. Pero, en el mismo instante que recibe un misterioso paquete, que contiene la primera novela escrita por su exmarido, la vida de Susan dará un vuelco irrevocable.
Elegante e inquietante, así es Animales Nocturnos, la última cinta del virtuoso cineasta Tom Ford. En ella, el americano juega con las bases de un solido relato ficticio de estilo western y la profunda introspección psicológica de su protagonista, una magnífica Amy Adams, la cual irá desarrollando una obsesión y una angustia que transmitirá rapidamente al espectádor a medida que lee la enigmática novela que a su vez da nombre a la cinta. Ante todo, también destacaría su cuidada fotografía y diseño de vestuario (Ford no deja de ser uno de los diseñadores de moda más prestigiosos del momento), además de unas interpretaciones magistrales a cargo de la propia Adams, un visceral Jake Gyllenhaal, el carismático Michael Shannon (nominado al Oscar por su rol de Sheriff en la misma), y un perturbador Aaron Taylor-Johnson, que también obtuvo un galardón en la pasada edición de los Globos de Oro.
Reconozco que a vecés puede tornarse en un ejercicio de concentración bastante díficil (hay un momento donde la fina línea entre realidad y ficción se disipa rapidamente por culpa del confuso montaje), pero por lo demás díria que ha sido bastante maltratada por el gran público y que es mi deber como crítico recomendarosla; no os defraudará.
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