El Spaghetti-Western es un subgénero surgido a mediados de los años 60 en algunos países europeos (principalmente Italia, de ahí su nombre, y España). En principio solían ser películas de bajo presupuesto y con algunas características propias que exageraban los códigos del Western norteamericano, tales como una estética sucia a la vez que estilizada, altas dosis de violencia o el carácter turbio y engañoso de sus personajes. Uno de los muchos títulos que surgieron a la sombra de la trilogía del Dólar (posiblemente la obra/compilación más conocida dentro de este movimiento) fue Django, película del italiano Sergio Corbucci que a muchos os sonará porque Quentin Tarantino se inspiró en ella para hacer su primer Western, Django Desencadenado.
En esta historia de escenarios embarrados, un magnífico Franco Nero encarna con convicción al solitario y cínico personaje central que da nombre a la película mientras que Sergio Corbucci maneja con talento la puesta en escena, configurando logradas situaciones tanto de suspense como violencia. Una de las más conocidas es aquel enfrentamiento contra esos pistoleros a las ordenes del Mayor Jackson, los cuáles lleban sus cabezas cubiertas con capuchones rojos. Ahora bien, el momento que a mí realmente me gusta es su final, cuando Django se enfrenta al propio Jackson en un cementerio con las manos destrozadas y, trás derrotarlo, se oye la voz de Roberto Fia interpretando el mítico tema que también suena al principio de la película. No sé vosotros pero a mí esa escena siempre que la veo me pone los pelos de punta:
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