En esta ocasión vengo a hablaros sobre un videojuego que en su momento me dejó completamente estupefacto. Se trata de Resident Evil 4, cuarta entrega de la famosa serie creada por Capcom y que, trás varios reinicios durante su desarrollo, finalmente apostó por dar un salto importante en la escala evolutiva hacía la acción. Esto acercó la franquicia a muchos jugadores que hasta entoncés no se habían sentido atraídos por ella, concediendole un mayor éxito que el que nunca tuvieron los anteriores juegos. El caso es que yo fuí uno de esos jugadores que se iniciaron con este capítulo, por eso le tengo tanto cariño y me apatece compartirlo con todos vosotros.
Su argumento es simple: Leon Kennedy viaja a España con el fin de encontrar a la hija del presidente de los Estados Unidos, la cual ha sido raptada por un misterioso culto religioso. Durante su misión tendrá que hacer frente a aldeanos enfurecidos, monjes y engendros biológicos.
Normalmente, el análisis de una secuela llevaría implícito el centrar el texto en esos añadidos y mejoras que se han incorporado a una mecánica de juego que permanece, en su mayoría, inalterada. Sin embargo, como ya os he recalcado antes, Resident Evil 4 no es un capítulo más en la conocida saga de Capcom, nunca lo ha sido y nunca lo será. Para empezar en el juego de Shinji Mikami controlamos al personaje en tercera persona, y a la hora de disparar, la cámara se pone tras su hombro (un sistema que en el futuro serviría de ejemplo para otras grandes sagas como Gears of War o The Evil Within). Esto se traduce en un sistema de manejo mucho más intuitivo y asequible para todo el mundo, sin tener que adaptarnos al peculiar control "tipo tanque" de los inicios de la saga.
Otras mejoras del control incluyen por ejemplo el cuchillo rápido, el cual se puede desenfundar con pulsar un solo botón y no ocupa espacio en el inventario. Eso o la recarga rápida, que nos permite recargar munición sin tener que acceder al inventario. A su vez también disponemos de golpes cuerpo a cuerpo para atacar a los enemigos de diferentes formas, algunas de ellas mortales. En cuanto al nivel técnico, solamente podemos quitarnos el sombrero y aplaudir sin descanso porque es una realidad que este título supo exprimir al máximo las capacidades de Playstation 2 y Wii en su momento.
Ahora bien, para sorpresa de algunos (incluído yo),
en RE4 aún era imposible movernos mientras apuntábamos, algo que en líneas generales resultaba igual de molesto que sus toscos controles. Pero vamos, en honor a la verdad eso son nimios detalles en comparación a las horas de entretenimiento que asegura este fantástico juego, imprescindible se mire por donde se mire.
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