Puede que Quentin Tarantino no sea uno de los realizadores más prolíficos de la historia del cine, pero si me atrevería a decir que es uno de los más influyentes; son muchos los directores que han intentado imitar su estilo, pero pocos han sido capaces de conseguirlo. Sus películas destacan por sus constantes autohomenajes, referencias a ciertos géneros cinematográficos como el cine de artes marciales o el Spaghetti-Western, o esa enfermiza devoción que siente por los pies de sus actrices. Todo eso y más lo podemos encontrar en el díptico de Kill Bill, dos películas plenas en momentos de gran de nivel como la elegida para este nuevo momentum.
El momento en cuestión pertenece al primer volumen: La Novia (interpretada por una magnífica Uma Thurman), trás acabar con los 88 Maníacos que custodian a O-Ren Ishii, se enfrenta a ella en un jardín nevado mientras suena de fondo Don´t Let Me Be Misunderstood de Santa Esmeralda. En mí opinión, la escena es una perfecta coreografía de sonidos e imágenes que sirve para situar a la película entre los mejores trabajos de su director. Puede que no sea tan memorable como el mencionado enfrentamiento contra los 88 Maníacos (cumbre del cine de acción contemporáneo), pero al César lo que es del César: ¡este duelo también es una pasada!
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